El libro que ADIC editó en 2017 y que repasa su medio siglo de vida permite bucear en los momentos que marcaron puntos de quiebre en la historia de la institución, que se transformó en referencia en la evolución del deporte infantil en Uruguay.
En esta segunda entrega, se podrá repasar el período comprendido entre 1984 y 1988, un muy breve ciclo en los 50 años de ADIC, pero intenso y de grandes transformaciones.
A continuación la segunda parte de la historia de ADIC:
CAPÍTULO II: 1984-1988
EMPEZAR A RECORRER UN NUEVO RUMBO
En el año 1984, la llegada de un nuevo presidente que arribaba con un estilo que rompía con la estructura y formas que se habían impuesto durante dos décadas, comenzó tímidamente a torcer el camino ultracompetitivo de ADIC. En ese período se plantó una semilla que regaría con singular énfasis Esteban Varela y, particularmente, Gustavo Forteza, para llegar a la organización actual.
Hombre pasional, de singular sentido de pertenencia y arraigo, profundo y con una sensibilidad única, Miguel Benzo dejó su impronta y estableció un mojón como presidente de ADIC entre 1984 y 1988.
En esos cuatro años la Asociación comenzó a torcer muy tímidamente el rumbo competitivo histórico que le había acompañado desde los orígenes por uno que pretendía comenzar a mostrar el camino para llegar a la institución actual; promovió actividades sociales, culturales, profundizó el vínculo entre los medios de comunicación con ADIC, lo que se transformó en una caja de resonancia de todas las actividades que se desarrollaban, y al impulso de Esteban Varela empujó la movida que durante casi una década los colegios viajaran a competir a Argentina, a Buenos Aires o a través del vínculo que se generó con Club Atlético Trebolense, de Santa Fe.
Como la mayoría, quienes se vincularon a ADIC como dirigentes tras llegar a la institución como profesores de educación física o como padres de alumnos -el último fue su caso-, Benzo, que iba a acompañar a sus hijos a los partidos de handball y fútbol de salón que Scuola Italiana, se empezó a acercar a fines de la década de 1970. En 1980 comenzó a formar un vínculo de pertenencia con los entrenadores de los equipos de sus hijos Fabián y Ericarina, ahora de 48 y 47 años, respectivamente.
A fines de 1983, Miguel de los Campos, entrenador de Scuola Italiana, le plantea a Benzo asumir la responsabilidad de ser delegado de fútbol de salón del colegio ante ADIC. Ese fue el disparador de todo lo que vendría después. Aceptó, y en 1984 se integró a los cuadros de la organización de ADIC y sin pretenderlo, su dedicación por las actividades que desarrollaba, lo habían colocado en camino hacia la presidencia. A fines de ese año, un grupo de profesores y directivos le plantearon la posibilidad de postularse en las elecciones de diciembre de 1984, para suceder al Cr. Jorge Ceretta, quien había actuado entre 1982 y 1984. Benzo permaneció dos períodos, 1984-1986 y 1986-1988.
“Con cuatro años estábamos cumplidos porque fueron etapas muy intensas”, explicó Benzo para este trabajo. Luego asumió Esteban Varela como presidente, quien se transformó en otro símbolo que profundizó los cambios que llegarían luego, bajo la conducción del Prof. Gustavo Forteza, a fines de la década de 1990 y en los años 2000.
ADIC en 1985
Benzo recuerda que en el momento que Uruguay abandonaba una de sus etapas institucionales más críticas, tras superar 13 años de gobierno cívico-militar, existía una “ADIC anárquica, en la que los profesores tenían mucha influencia en toda la organización y con el equipo de trabajo que se formó conseguimos reformular ADIC”. Puntualiza, si ADIC llegó al sistema de funcionamiento actual, “tiene sus luces en esos años”.
Pequeñas acciones fueron marcando el camino que querían recorrer, con un aporte que trascendía la organización de las competencias deportivas. Una noche, en directiva se plantearon que podían hacer para prevenir algunos de los problemas de que sufría la sociedad. Así fue que convencieron a una organización que promovía un plan “¿Cómo dejar de fumar en cinco días?”, a desarrollar un plan preventivo antes que curativo y plantearon a los alumnos cómo no empezar a fumar. Con ese plan recorrieron varios colegios. “Nos contaban los padres que los gurises andaban con lapicera y papel en mano preguntando a los mayores si fumaban y si conocían los riesgos que implicaba”, recordó Benzo. Ese fue el concepto de ADIC que comenzó a trascender lo meramente deportivo, que en definitiva es la razón por la que creció, maduró y se fortaleció durante medio siglo.
Paralelamente, ADIC recorría el camino que fue fortaleciendo durante sus primeros 20 años y que se había acentuado a fines de la década de 1970 y principios de 1980.
Benzo recuerda y reflexiona al respecto: “Antes de 1985, todos querían ganar y el valor era llevarse las copas. Era un estilo de vida, ¡ganar! ADIC había nacido como una institución que nucleaba a los colegios para competir sanamente y para confraternizar. Eso se desvirtuó hasta llegar a ganar o ganar, como único objetivo. Era parte del Uruguay de ese momento. En el área deportiva era ganar, en área social era sobrevivir. Entonces a veces se ingresaba en terrenos reñidos con los buenos hábitos para sobrevivir, y se había impreso el individualismo y la solidaridad estaba mal vista. En aquellos años de la década de 1970 y comienzos de 1980 nos veían a dos o tres personas juntas en la calle y éramos sospechosos”.
A partir de esa realidad, intentaron cambiar la cabeza de quienes conformaban ADIC. “Fue difícil empezar a cambiar el chip”, recuerda Benzo, quien lo resume en una anécdota: “En ese momento tenía muy pocas semanas como presidente y sin la experiencia ni el training adecuado para la actividad que me habían encomendado. En aquellos tiempos los lunes eran días de mucho conflicto por lo que había sucedido en los partidos del fin de semana, era día de reclamos y de protestas por todo. Recuerdo que en ese momento sesionábamos todavía en la sede del BPS, en la calle Mercedes. Estaba sentado en el lugar de siempre, en la sala de reuniones, cuando entra un delegado muy grande, de tamaño, y empieza a protestar en forma grosera, intempestiva y avasallante. Me levanté, cerré la puerta con llave, me las guardé en el bolsillo y parado, con mis 170 centímetros, y mirándolo hacia arriba, le dije: ‘Sabés una cosa, yo medía 190 cms. y me empecé achicar, hasta que llegué a esta estatura y no me achico más. Así que ten cuidado’. Se río, porque pese a lo duro de la expresión no había perdido la cuota de humor que necesitaba, le dije que se sentara y empezamos a hablar. Hoy somos grandes amigos. Eso era ADIC. El ADIC que logramos empezar a torcer”.
Los cambios no se registraron de la noche a la mañana, por el contrario llevaron décadas, e incluso otros cimbronazos que en la década de 1990 se concretaron bajo la presidencia de Forteza y el singular aporte de los jóvenes profesores Fernando Rojo y Alejandro Burghi, que se integraron en ese período a la institución.
Les pagaban para que ganaran
El gran choque de intereses con el que se encontraron las autoridades de ADIC a partir de 1985 fue que las cabezas que querían cambiar, las de profesores y coordinadores, cobraban sueldos y los colegios exigían resultado. El problema era que el colegio quería justificar lo que invertía y la forma más sencilla y que quedaba a la vista era ganando medallas y trofeos, pero no era el fin más importante que ADIC quería perseguir. Además, los padres acompañaban esa perversa filosofía.
Al respecto, Benzo puntualizó: “Nosotros no queríamos atacar el trabajo de nadie. Queríamos dirigirlo al mejor lugar. Era una filosofía de vida que se transformaba en un tsunami hacia lo social”.
Las acciones que tomaron para empezar a cambiar fueron hablar muy claro y establecer cómo iba a ser la filosofía de ADIC a partir de ese momento. Para estimular esas primeras acciones la Asociación creó en 1986 el Trofeo a la Deportividad. Todo el año los árbitros y veedores puntuaban el comportamiento en todos los deportes y categorías, y anualmente se entregaba en admisión temporaria. El que lo ganaba cinco años alternados o tres seguidos se lo quedaba en propiedad. El primero que lo logró fue San Juan Bautista, que lo ganó en forma consecutiva los tres primeros años. Además, las autoridades aprovecharon las jornadas de atletismo para impulsar el nuevo ADIC que pretendían desarrollar.
A lo largo de estos 50 años, las jornadas de atletismo se transformaron en un pilar fundamental para el desarrollo de ADIC ya no solo por lo que implica competir en la pista del Parque Batlle o en su momento en la del Prado, sino porque se reunían a miles de niños y padres en torno a una actividad.
La reelección
La forma que quedaron plasmados los primeros cambios fueron para las elecciones de fines de 1986, que renovaba las autoridades para 1987. La comisión directiva encabezada por Benzo había propuesto una filosofía de trabajo que podían apoyarla o no.
En una asamblea previo a las elecciones un delegado golpeó la mesa y le dijo al presidente: “Esto es una dictadura”, recuerda Benzo, y agregá: “Sabés qué le dije: ‘Sí, es una dictadura en la que están incluidos el sudor y un montón de horas que le distraemos a nuestras familias para trabajar para ustedes’”.
El mismo Benzo puntualizó que “esa filosofía de la ADIC que queríamos se vio reflejada en las elecciones, fue por una mayoría muy generosa y consciente de lo que perseguíamos la que apoyó el proyecto”.
La primera reunión de la nueva directiva se produjo el 23 noviembre de 1987 bajo la presidencia de Benzo, Luis Bellón (vicepresidente), Carlos Heguy (encargado de relaciones públicas), Gustavo Forteza (tesorero), Javier Urreta (secretario de actas), Magnone (protesorero), Julio Hermida (encargado de prensa).
Ese mismo día figura en el acta del 23 de noviembre de 1987 que ingresan como socios en carácter de fundadores y activos: Nº 10 Raúl Delgado, 11 Jorge Pesce, 12 Lic. Jorge Scuro, 13 Hna. Juanita Clarens, 14 Rosario Oliú de Gari, 15 Ing. Walter Quinche, 16 Albert Lapeyre, 17 Ana María Bretos, 18 Enrique Cavada, 19 Edward Dempsey, 20 Michael Lyford-Pike, 21 Prof. Ricardo Romero, 22 Padre Alejandro Fontana, 23 Elizabeth Thompson de Borrás, 24 Nelly Bengoechea, 25 Haydee F. de Salvatierra, 26 Hno. Pascual Geble, 27 Hno, Jaime Berganza Perea, 28 Prof. Guillermo Lazar, 29 Hno. Pablo Sánchez, 30 Santiago Borrazás, 31 Rogelio Dewaelle, 32 José María de la Fuente, 33 Carlos Barriola, 34 Manuel Pérez.
En ese momento, ADIC tenía 48 colegios asociados y 11 deportes: fútbol, fútbol de salón, hockey sobre césped, básquetbol, hándbol, tenis de mesa, atletismo, gimnasia, vóleibol, tenis y ajedrez.
En mayo de 1988, según consta en actas, promueven “un intercambio” de algunas disciplinas deportivas como “fútbol, vóleibol y atletismo con el hermano país Argentina”.
Paralelamente logró una difusión inédita en los diarios de la época, que eran el principal canal de comunicación en esos tiempos. Las páginas de El Diario, La Mañana, Mundocolor, Últimas Noticias, El Día y El País fueron el gran disparador para toda la actividad, y en ese momento surgió una pieza clave: Julio Hermida, fotógrafo de Mundocolor, primero, y de El País, después, que se transformó en un bastión para la difusión de ADIC. Fue por esa razón que en 1987 le otorgaron la calidad de Socio Honorario.
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