En ocasión de su 50° aniversario, en 2016, ADIC publicó un libro en el que repasó el camino que recorrió desde 1966, desde sus cambios de nombres (Asociación Deportiva de Institutos Cristianos hasta su denominación actual de Asociación Deportiva de integración Colegial), hasta cada detalle de medio siglo de vida.
A continuación el contenido completo de esa publicación:
Uruguay recorría otros tiempos, otras formas. El deporte -y sus éxitos- estaba arraigado en una sociedad que había crecido con las grandes conquistas del fútbol, básquetbol, remo, boxeo, ciclismo, natación, atletismo y pelota vasca a nivel mundial y olímpico, pero no estaba integrado en las instituciones educativas con la profundidad que fue logrando con el tiempo y tal como se desarrolla en la actualidad. Sin embargo, con gran visión, los colegios privados comenzaron a comprender la importancia de desarrollar deporte organizado, estructurado a partir de un calendario. Respetando reglas y siguiendo un orden.
En cierta forma, la Confederación Católica de Deportes (CCD), en la que compitieron los alumnos de colegios durante comienzos de la década de 1960 había mostrado cuál era el camino.
La CCD nació, creció y se desarrolló dentro de las instalaciones de Juventus, que es la institución deportiva católica por excelencia. Sin embargo, en 1964, bajo la presidencia de Elbio Ruiz, aquel impulso se apagó y quedó un vacío importante, recuerda el Prof. Camilo Techera, quien fuera segundo presidente de la institución.
Poco tiempo aquel fuego sagrado que parecía extinguido se transformó en el disparador para la creación de la Asociación Deportiva de Institutos Católicos (ADIC).
Para reconstruir los primeros años de la historia de ADIC y la evolución de la institución fue clave la memoria de Techera, porque existen escasos registros de esos años y las primeras actas que están en poder de la institución datan de 1978.
“No era innovador ADIC porque de alguna forma fue la continuación de otra institución, la Confederación Católica de Deportes”, subrayó Techera para destacar la influencia de la organización que funcionaba en Juventus. Sin embargo, tuvo el valor de mantener una estructura y sostenerlo en el tiempo.
El nacimiento
“ADIC surge ante la necesidad y el deseo de algunos exalumnos de institutos católicos de tener actividades deportivas y oportunidades de encuentro medianamente organizados. Eso le brindaba la posibilidad de tener actividad todos los fines de semana”, explicó Techera en el libro que ADIC publicó en ocasión de su 50° aniversario.
Así fue que el 26 de mayo de 1966 en el Colegio Santa María, ubicado en 8 de Octubre 2966 esquina Jaime Cibils, exalumnos de los colegios Sagrada Familia, Misericordistas, Santa María, Centro Juvenil Pallotino, Centro Cardenal Cagliero (que se encontraba en Propios entre Ariel y Garzón) y la Asociación de exalumnos del Colegio Inmaculada Concepción (Vascos) crearon ADIC.
Ese día fue elegido presidente Washington Bello, exalumno de Santa María, exfutbolista de Wanderers, de 40 años y de gran influencia en la institución de 8 de Octubre, que ofició de anfitrión para dar nacimiento a ADIC. Lo acompañaron Gilberto Bentancor y Roberto Fernández, ambos de Pallotti, como vicepresidente y secretario. No existe información oficial acerca de los demás integrantes de la primera directiva.
Los equipos que participaron en las competencias de fútbol y básquetbol (los únicos deportes que practicaron en 1966 en juveniles y mayores) fueron los centros de exalumnos. Recién al año siguiente se incorporaron los colegios con equipos de Primaria y Secundaria integrados por alumnos en actividad. Durante ese segundo año también participaron los exalumnos.
A los seis colegios fundadores, en 1967 se sumaron San Juan Bautista con el Padre Landa, Maturana con Padre Sovinsky y Santa Rita con el Hermano Luciano Santamarta, recordó Techera, quien ese año asumió como presidente.
En su tercer año de vida, ADIC se había multiplicado y tenía 15 institutos afiliados y se integraba el atletismo como tercera actividad.
Techera explicó que “en los años siguientes, pese a que los exalumnos continuaron compitiendo, lo hicieron con menos participación, porque los alumnos en actividad asumen definitivamente el protagonismo de todas las competencias”. Así nació la base de la forma que ADIC mantiene hasta la actualidad, con la participación de exalumnos en los torneos de padres y madres.
Una pieza clave en aquellos comienzos, cuando nació ADIC, fue el director de Santa María el Hermano Pascual Geble, una figura ineludible que apuntaló desde todos los lugares el nacimiento, crecimiento y desarrollo de la nueva institución. Además, su colegio fue el lugar donde se generó e impulsó el nacimiento de la institución que cumplió 50 años.
La negociación de Techera
Tras el mandato de Bello (1966-1967), llamaron a elecciones y el elegido fue Techera, docente en Santa María. “Trabajaba en el Colegio y no quería dejar de ser el entrenador de básquetbol en el Colegio, entonces negocié para aceptar la presidencia de ADIC por dos años, pero lo hacía con la condición que no iba a dejar de desarrollar mi actividad en el colegio. En ese momento era docente en el colegio, porque aún no se había creado el departamento de educación física. Eso sucedió en 1983 y fui el primer coordinador”, recuerda Techera.
Techera fue presidente, dirigente durante 20 años, integró el tribunal de Penas y en la década de 1990 formó la Comisión de reforma de Estatutos y Reglamentos.
De Católica a Cristiana
Rápidamente y atendiendo a su preocupación formadora, ADIC sustituyó en su sigla el término “Católicos” por “Cristianos” que por su mayor amplitud reflejaba mejor la vocación humanística, amplia y fraterna que dio origen a la Asociación. Más allá de innegables referencias religiosas, se buscaba plasmar ese mensaje de comprensión, de fraternidad, de solidaridad, de desprendimiento.
No existen registros acerca de cuándo pasó a llamarse Asociación Deportiva de Institutos Cristianos. No obstante, en los Estatutos aprobados el 18 de diciembre de 1970 ya se hacían bajo la nueva denominación. En ese Estatutos se destaca:
“Art. 1º) La Asociación Deportiva de Institutos Católicos (A.D.I.C.), es una institución fundada en el año 1966, con sede en la ciudad de Montevideo.
Art. 2º) El fin primordial de ADIC es el de dirigir y fomentar en toda la República el deporte, como ejercicio físico, recreativo, educativo e higiénico y lograr una vinculación y amistad sana y generosa entre todos los alumnos y exalumnos de los institutos que la integran, organizando durante el año lectivo competencias deportivas en todo el ámbito de la República.
Art. 3º) La insignia de la Asociación consistirá en un campo rojo, sobre el cual y con letras en blanco figura la sigla A.D.I.C., tres aros olímpicos y Uruguay. El mismo estará bordeado de una guarda azul, cortada a ambos lados con 5 franjas horizontales blancas”.
La comisión directiva que elaboró ese Estatuto fue la que que presidió Roberto Fernández y que además integraron Mario A. Fernández (vicepresidente), Gilberto Bentancor (secretario), Rdo. Guillermo Nin (Tesorero), Carlos García y Santos Dotta (Prensa y Propaganda) y los vocales Eduardo Laventure, Enrique Cimiano, Pascual Sagario, Sergio López y Enrique Cárpena.
Como se podrá ver, varios nombres se repetirán a lo largo de las décadas en diferentes funciones, pero siempre vinculados a la directiva.
A puro esfuerzo
En un informe publicado por el periodista Juan Carlos Raffo en el suplemento Récord que semanalmente editaba el diario El Observador, en abril de 1996 en ocasión de los 30 años de ADIC, destacaba: “‘Durante los primeros años el esfuerzo económico y de organización fue tremendo’, recuerda Mario Pedro Dotta, secretario del primer consejo directivo de la Asociación. Por aquel tiempo había pocas canchas, conseguir jueces era difícil y contratar las famosas ‘bañaderas’ también tenía su costo. Las rifas que hacía ADIC para pagarle a los jueces se superponían con las que hacían los institutos para comprar camisetas. Pero mal que bien, con la ayuda de padres, profesores y todos los que veían en la Asociación un proyecto valioso, se pudo salir adelante.
Entre los colaboradores más conocidos estuvo Ernesto Fillippi, exárbitro internacional. El juez, que llegó a arbitrar el Mundial de Estados Unidos 1994, era profesor en el Instituto Secco Illa y comenzó a dirigir partidos en las canchas de ADIC. Se competía en interminables jornadas que se extendían desde la mañana hasta la noche en el mismo campo. Al final del día las canchas quedaban destrozadas. La del Instituto La Mennais se salvaba: era de arena y sufría menos que las demás.
En aquellos castigados campos muchos grandes jugadores de fútbol hicieron sus primeras armas. Fernando Morena fue uno de ellos: se calzaba la camiseta del Maturana y salía a hacer destrozos con la redonda.
‘Ya desde chico se veía lo que iba a ser, era muy disciplinado’, rememora Dotta, que era técnico del Misericordista y lo tuvo como adversario.
Dotta se llevaba muy bien con el Padre Sovinsky, entrenador de Maturana, y armaban partidos entre sus cuadros durante la pretemporada. En esos amistosos, el DT del ‘Mise’, se dio cuenta que Morena no era un jugador más. ‘Cuatro jugadores nuestros lo marcaban en escalera y así y todo, en cada partido nos metía por lo menos tres goles’. Sovinsky ‘gastaba’ a su amigo después de cada triunfo del Maturana: ‘Con solo poner a Fernando ya te gano el partido’, le decía con sonrisa pícara.
Cárpena explicó que el hockey sobre césped permitió la explosión de la presencia femenina en ADIC. ‘Este deporte acercó mayor cantidad de chicas a ADIC y está parejo (en los años 1990) con el fútbol en número de inscripciones’.
En la década de 1970 el vóleibol intercolegial vivió su época de gran auge. El muy buen nivel de los torneos de varones y chicas y la paridad entre los equipos, hacía que el campeonato fuese realmente emocionante. ‘Las tardes de domingo en el gimnasio del San Juan eran una fiesta con cientos de personas en las gradas alentando a sus cuadros’, recuerda Esteban Varela, presidente de ADIC en ese momento. En aquellos partidos se forjaron grandes crack del vóleibol uruguayo. Marianela Cardellino, hija de Juan Daniel Cardellino, el exárbitro internacional de fútbol, fue declarada en esos tiempos la mejor jugadora juvenil del país”, destaca el informe publicado en El Observador.
Atletismo: el tercer deporte
A lo largo del medio siglo de vida, el atletismo adquirió un valor singular en la estructura deportiva de ADIC. Es la referencia ineludible que marca los puntos más altos de la temporada en las dos jornadas que se realizan anualmente por la convocatoria de alumnos y de padres.
El atletismo surgió bajo el mandato de Techera, en 1968, pero por impulso de Roberto Fernández, primer vicepresidente de ADIC y quien luego se transformaría en el tercer presidente de la institución.
“Roberto Fernández, de Pallotti, era un hombre de mucho trabajo, tiraba para adelante e impulsó el atletismo. Recuerdo que aquella primera edición se realizó en la pista oficial del Prado”, recuerda Techera para este trabajo.
El informe de El Observador de 1996, sigue detallando sobre la evolución de los deportes: “En 1976, para festejar los 10 años de vida de la Asociación, se organizaron las primeras jornadas de natación. El handball es un caso curioso porque se jugó en ADIC antes que existiese la federación de ese deporte.
Y el fútbol siempre fue la vedette entre los deportes de varones. Los campeonatos eran cosa seria, tanto es así que en una época el Juan XXIII concentraba antes de cada final. El Juan, La Mennais y Santa María eran los cuadros que daban más lucha; hoy (en 1996) siguen arriba pero otros colegios se han arrimado a los primeros lugares. En el ‘Santa’ jugaron Washington Tais, Oscar Ferro, Gustavo Poyet, entre otros futbolistas que llegaron al profesionalismo.
A lo largo de estos años la Asociación ha tenido una filosofía de acción que no se limita simplemente a organizar competencias deportivas. Según el Hermano Francisco, que acompaña a todos los cuadros del Colegio Santa María a las canchas, la propuesta de ADIC ‘es dar una enseñanza integra al alumno, que vaya más allá de las aulas y que se compita con caballerosidad e hidalguía’”, finaliza el informe de El Observador.
La década de 1970 y la de 1980
En los primeros registros documentados, se comprueba a 13 años de su fundación, que el crecimiento de ADIC había sido firme y sostenido, con una masiva aceptación de los colegios cristianos que entendieron que la institución brinda valor agregado en la organización de las competencias deportivas.
En el acta del 17 de marzo de 1980, se destaca que “en 1979 participaron 39 colegios: Sagrado Corazón del Reducto, Madre Ana, Inmaculada Concepción, Sagrada Familia, Pastorino, Pío, San Francisco de Asís, Seminario, Juan XXIII, Don Bosco, Zorrilla, Las Teresas, Monseñor Isasa, Kennedy, La Mennais, Richard Anderson, Crandon, Santa Luisa, Santa María, José Pedro Varela, Erwy School, Fátima, Misericordia, San Juan, Alemán, Santo Domingo, San Francisco de Sales, St. Catherine’s, Stella Maris, Santa Rita, British, Scuola Italiana, María Reina, Lourdes, Elbio Fernández, Liceo Francés, Ivy Thomas, Gabriel Mistral, Misericordistas”.
Además, se establecía que los deportes que se practicaron ese año fueron atletismo femenino y masculino en la pista del Prado, cuya organización estaba a cargo de Roberto Fernández, fútbol masculino, vóleibol masculino y femenino, básquetbol, ciclismo (a cargo de Campos), pelota prisionera y handball.
La comisión directiva de ADIC en 1978-1979 encontró a Gilberto Bentancor en la presidencia. Oriundo del Pallotti, estuvo participando de la directiva desde el nacimiento de la institución y fue presidente durante seis años. A Bentancor lo acompañaron Padre Guillermo Nin (vicepresidente), Roberto Fernández (secretario), Esteban Varela (secretario de actas), Demarco (tesorero), C. Junco (Secretario de relaciones públicas y propaganda) y los vocales Irazabal, Noill, Ferreyra, Cárpena y Castera. Así consta en actas.
En 1979 se reunían dos veces por mes en las instalaciones de San Juan Bautista. Competían en fútbol, vóleibol, básquetbol, handball, fútbol de salón y atletismo.
En esos tiempos, uno de los temas de preocupación de los dirigentes era conseguir la personería jurídica, pero no podían avanzar. Recién la lograrían en 1988.
El 11 de febrero de 1980 asume la directiva presidida por Bentancor, Alberto De Marco (vicepresidente), Ernesto Cárpena (Secretario), Roberto Capellini (prosecretario), Mario Bentancor (secretario de actas), Ismael Filippini (tesorero), Esteban Varela (protesorero), Wellington Coronel (prensa y propaganda), vocales: Alfredo Sssola, Jaime Richino, Cr. Jorge Ceretta.
La llegada de Ceretta
En 1981 Ceretta pasa a ocupar la vicepresidencia y en diciembre 1982 asumiría como presidente y conduciría a la institución hasta 1984.
También en 1981 se comienza a comprobar el crecimiento de la institución porque en junio de 1981 ingresa la primera secretaria rentada, Gabriela Fernández.
En esos años comenzó a ser determinante el aporte de Esteban Varela, quien luego se desempeñaría como presidente, pero su influencia trascendería los cargos, pues su aporte le brindó a la institución un valor agregado y una visión de futuro que le permitió posicionarse en un lugar diferente como organización.
“Más que personalidad para dirigir, Varela tenía una capacidad increíble de ser un creativo para que otros hicieran. Era una usina de ideas formidables”, recordó el expresidente Miguel Benzo. “Era una cuestión intangible que al pasar dejaba en ADIC y nos contagiaba a todo. Era la mística de ADIC. Que era más que organizar un campeonatos. Incorporó algo insustituible. Sin eso, ADIC se empobrece. Felizmente, como Gustavo Forteza estuvo en esa época, absorbió todo eso e indefectiblemente se vio identificado y desarrollando eso, con esa alma que trasciende lo meramente deportivo”, subrayó el exdirigente sobre el aporte de Varela.
La llegada de Benzo
Miguel Benzo dejó su impronta y estableció un mojón como presidente de ADIC entre 1984 y 1988.
En esos cuatro años la Asociación comenzó a torcer muy tímidamente el rumbo competitivo histórico que le había acompañado desde los orígenes por uno que pretendía comenzar a mostrar el camino para llegar a la institución actual; promovió actividades sociales, culturales, profundizó el vínculo entre los medios de comunicación con ADIC, lo que se transformó en una caja de resonancia de todas las actividades que se desarrollaban, y al impulso de Esteban Varela empujó la movida que durante casi una década los colegios viajaran a competir a Argentina, a Buenos Aires o a través del vínculo que se generó con Club Atlético Trebolense, de Santa Fe.
Como la mayoría, quienes se vincularon a ADIC como dirigentes tras llegar a la institución como profesores de educación física o como padres de alumnos -el último fue su caso-, Benzo, que iba a acompañar a sus hijos a los partidos de handball y fútbol de salón que Scuola Italiana, se empezó a acercar a fines de la década de 1970. En 1980 comenzó a formar un vínculo de pertenencia con los entrenadores de los equipos de sus hijos Fabián y Ericarina, ahora de 48 y 47 años, respectivamente.
A fines de 1983, Miguel de los Campos, entrenador de Scuola Italiana, le plantea a Benzo asumir la responsabilidad de ser delegado de fútbol de salón del colegio ante ADIC. Ese fue el disparador de todo lo que vendría después. Aceptó, y en 1984 se integró a los cuadros de la organización de ADIC y sin pretenderlo, su dedicación por las actividades que desarrollaba, lo habían colocado en camino hacia la presidencia. A fines de ese año, un grupo de profesores y directivos le plantearon la posibilidad de postularse en las elecciones de diciembre de 1984, para suceder al Cr. Jorge Ceretta, quien había actuado entre 1982 y 1984. Benzo permaneció dos períodos, 1984-1986 y 1986-1988.
“Con cuatro años estábamos cumplidos porque fueron etapas muy intensas”, explicó Benzo para este trabajo. Luego asumió Esteban Varela como presidente, quien se transformó en otro símbolo que profundizó los cambios que llegarían luego, bajo la conducción del Prof. Gustavo Forteza, a fines de la década de 1990 y en los años 2000.
ADIC en 1985
Benzo recuerda que en el momento que Uruguay abandonaba una de sus etapas institucionales más críticas, tras superar 13 años de gobierno cívico-militar, existía una “ADIC anárquica, en la que los profesores tenían mucha influencia en toda la organización y con el equipo de trabajo que se formó conseguimos reformular ADIC”. Puntualiza, si ADIC llegó al sistema de funcionamiento actual, “tiene sus luces en esos años”.
Pequeñas acciones fueron marcando el camino que querían recorrer, con un aporte que trascendía la organización de las competencias deportivas. Una noche, en directiva se plantearon que podían hacer para prevenir algunos de los problemas de que sufría la sociedad. Así fue que convencieron a una organización que promovía un plan “¿Cómo dejar de fumar en cinco días?”, a desarrollar un plan preventivo antes que curativo y plantearon a los alumnos cómo no empezar a fumar. Con ese plan recorrieron varios colegios. “Nos contaban los padres que los gurises andaban con lapicera y papel en mano preguntando a los mayores si fumaban y si conocían los riesgos que implicaba”, recordó Benzo. Ese fue el concepto de ADIC que comenzó a trascender lo meramente deportivo, que en definitiva es la razón por la que creció, maduró y se fortaleció durante medio siglo.
Paralelamente, ADIC recorría el camino que fue fortaleciendo durante sus primeros 20 años y que se había acentuado a fines de la década de 1970 y principios de 1980.
Benzo recuerda y reflexiona al respecto: “Antes de 1985, todos querían ganar y el valor era llevarse las copas. Era un estilo de vida, ¡ganar! ADIC había nacido como una institución que nucleaba a los colegios para competir sanamente y para confraternizar. Eso se desvirtuó hasta llegar a ganar o ganar, como único objetivo. Era parte del Uruguay de ese momento. En el área deportiva era ganar, en área social era sobrevivir. Entonces a veces se ingresaba en terrenos reñidos con los buenos hábitos para sobrevivir, y se había impreso el individualismo y la solidaridad estaba mal vista. En aquellos años de la década de 1970 y comienzos de 1980 nos veían a dos o tres personas juntas en la calle y éramos sospechosos”.
A partir de esa realidad, intentaron cambiar la cabeza de quienes conformaban ADIC. “Fue difícil empezar a cambiar el chip”, recuerda Benzo, quien lo resume en una anécdota: “En ese momento tenía muy pocas semanas como presidente y sin la experiencia ni el training adecuado para la actividad que me habían encomendado. En aquellos tiempos los lunes eran días de mucho conflicto por lo que había sucedido en los partidos del fin de semana, era día de reclamos y de protestas por todo. Recuerdo que en ese momento sesionábamos todavía en la sede del BPS, en la calle Mercedes. Estaba sentado en el lugar de siempre, en la sala de reuniones, cuando entra un delegado muy grande, de tamaño, y empieza a protestar en forma grosera, intempestiva y avasallante. Me levanté, cerré la puerta con llave, me las guardé en el bolsillo y parado, con mis 170 centímetros, y mirándolo hacia arriba, le dije: ‘Sabés una cosa, yo medía 190 cms. y me empecé achicar, hasta que llegué a esta estatura y no me achico más. Así que ten cuidado’. Se río, porque pese a lo duro de la expresión no había perdido la cuota de humor que necesitaba, le dije que se sentara y empezamos a hablar. Hoy somos grandes amigos. Eso era ADIC. El ADIC que logramos empezar a torcer”.
Los cambios no se registraron de la noche a la mañana, por el contrario llevaron décadas, e incluso otros cimbronazos que en la década de 1990 se concretaron bajo la presidencia de Forteza y el singular aporte de los jóvenes profesores Fernando Rojo y Alejandro Burghi, que se integraron en ese período a la institución.
Les pagaban para que ganaran
El gran choque de intereses con el que se encontraron las autoridades de ADIC a partir de 1985 fue que las cabezas que querían cambiar, las de profesores y coordinadores, cobraban sueldos y los colegios exigían resultado. El problema era que el colegio quería justificar lo que invertía y la forma más sencilla y que quedaba a la vista era ganando medallas y trofeos, pero no era el fin más importante que ADIC quería perseguir. Además, los padres acompañaban esa perversa filosofía.
Al respecto, Benzo puntualizó: “Nosotros no queríamos atacar el trabajo de nadie. Queríamos dirigirlo al mejor lugar. Era una filosofía de vida que se transformaba en un tsunami hacia lo social”.
Las acciones que tomaron para empezar a cambiar fueron hablar muy claro y establecer cómo iba a ser la filosofía de ADIC a partir de ese momento. Para estimular esas primeras acciones la Asociación creó en 1986 el Trofeo a la Deportividad. Todo el año los árbitros y veedores puntuaban el comportamiento en todos los deportes y categorías, y anualmente se entregaba en admisión temporaria. El que lo ganaba cinco años alternados o tres seguidos se lo quedaba en propiedad. El primero que lo logró fue San Juan Bautista, que lo ganó en forma consecutiva los tres primeros años. Además, las autoridades aprovecharon las jornadas de atletismo para impulsar el nuevo ADIC que pretendían desarrollar.
A lo largo de estos 50 años, las jornadas de atletismo se transformaron en un pilar fundamental para el desarrollo de ADIC ya no solo por lo que implica competir en la pista del Parque Batlle o en su momento en la del Prado, sino porque se reunían a miles de niños y padres en torno a una actividad.
La reelección
La forma que quedaron plasmados los primeros cambios fue para las elecciones de fines de 1986, que renovaba las autoridades para 1987. La comisión directiva encabezada por Benzo había propuesto una filosofía de trabajo que podían apoyarla o no.
En una asamblea previo a las elecciones un delegado golpeó la mesa y le dijo al presidente: “Esto es una dictadura”, recuerda Benzo, y agregá: “Sabés qué le dije: ‘Sí, es una dictadura en la que están incluidos el sudor y un montón de horas que le distraemos a nuestras familias para trabajar para ustedes’”.
El mismo Benzo puntualizó que “esa filosofía de la ADIC que queríamos se vio reflejada en las elecciones, fue por una mayoría muy generosa y consciente de lo que perseguíamos la que apoyó el proyecto”.
La primera reunión de la nueva directiva se produjo el 23 noviembre de 1987 bajo la presidencia de Benzo, Luis Bellón (vicepresidente), Carlos Heguy (encargado de relaciones públicas), Gustavo Forteza (tesorero), Javier Urreta (secretario de actas), Magnone (protesorero), Julio Hermida (encargado de prensa).
Ese mismo día figura en el acta del 23 de noviembre de 1987 que ingresan como socios en carácter de fundadores y activos: Nº 10 Raúl Delgado, 11 Jorge Pesce, 12 Lic. Jorge Scuro, 13 Hna. Juanita Clarens, 14 Rosario Oliú de Gari, 15 Ing. Walter Quinche, 16 Albert Lapeyre, 17 Ana María Bretos, 18 Enrique Cavada, 19 Edward Dempsey, 20 Michael Lyford-Pike, 21 Prof. Ricardo Romero, 22 Padre Alejandro Fontana, 23 Elizabeth Thompson de Borrás, 24 Nelly Bengoechea, 25 Haydee F. de Salvatierra, 26 Hno. Pascual Geble, 27 Hno, Jaime Berganza Perea, 28 Prof. Guillermo Lazar, 29 Hno. Pablo Sánchez, 30 Santiago Borrazás, 31 Rogelio Dewaelle, 32 José María de la Fuente, 33 Carlos Barriola, 34 Manuel Pérez.
En ese momento, ADIC tenía 48 colegios asociados y 11 deportes: fútbol, fútbol de salón, hockey sobre césped, básquetbol, hándbol, tenis de mesa, atletismo, gimnasia, vóleibol, tenis y ajedrez.
En mayo de 1988, según consta en actas, promueven “un intercambio” de algunas disciplinas deportivas como “fútbol, vóleibol y atletismo con el hermano país Argentina”.
Paralelamente logró una difusión inédita en los diarios de la época, que eran el principal canal de comunicación en esos tiempos. Las páginas de El Diario, La Mañana, Mundocolor, Últimas Noticias, El Día y El País fueron el gran disparador para toda la actividad, y en ese momento surgió una pieza clave: Julio Hermida, fotógrafo de Mundocolor, primero, y de El País, después, que se transformó en un bastión para la difusión de ADIC. Fue por esa razón que en 1987 le otorgaron la calidad de Socio Honorario.
La personería jurídica
La década de 1980 estuvo pautada por la maduración institucional y por las grandes transformaciones que sufrió ADIC, algunas de las cuales buscaba desde hacía más de una década (Personería Jurídica) y otras que se fueron desarrollando por la propia dinámica de las actividades, los cambios que operaban en las organizaciones deportivas en Uruguay y para reconocer el valor y recorrido de la Asociación durante más de 20 años (Entidad Rectora de los Colegios Privados en materia deportiva).
Esos cambios cristalizaron bajo la presidencia de Miguel Benzo, pero fueron madurando durante las gestiones de Gilberto Bentancur y Jorge Ceretta.
El 10 de diciembre de 1984, con Benzo presidente y José Ibáñez como secretario, se le dio forma jurídica a ADIC con la fundación de la asociación civil Asociación Deportiva de Institutos Cristianos -como consta en actas-, que desde ese día tendría su sede en Montevideo, pero que ya funcionaba bajo esa nominación desde fines de la década de 1960.
En el artículo 2º, en el objetivo social se aprobaba: “Esta institución tendrá los siguientes fines: a) dirigir y fomentan en toda la República el deporte como ejercicio físico, recreativo e higiénico; b) vincularse con ese motivo a todos los alumnos y exalumnos de las Instituciones que la integran, organizando durante el año lectivo competencias culturales, deportivas, en todo el ámbito de la República; c) promover entre sus afiliados la práctica de los principios de la solidaridad, armonía y respeto, para que sean base de una auténtica comunidad deportiva; d) vincularse con entidades similares en otros países, pudiendo confederarse con ellas; e) afiliarse a federaciones que rijan los diversos deportes, con carácter aficionado, en el ámbito nacional; f) solo permitirá y autorizará que las instituciones afiliadas practiquen el deporte en forma aficionada y no con fines profesionales, o de explotación comercial”.
A partir de la creación de la asociación civil ADIC, definitivamente habían dado el primer paso para iniciar a partir de enero de 1985 las gestiones para conseguir la personería jurídica en el Ministerio de Justicia, organismo ante el que se realizaba esa gestión en ese momento. Luego pasó a la órbita del Ministerio de Educación y Cultura.
Aquella frase de Ceretta
El principal objetivo de la directiva en 1978 y 1978 que presidió Bentancur con Padre Guillermo Nin (vicepresidente), Roberto Fernández (secretario) y Esteban Varela (secretario de actas) fue lograr la personería jurídica. Pasaron dos años, tres, cuatro, y los esfuerzos cayeron siempre en saco roto. Alguna gestión o documentos incompletos dejaban inconclusa la gestión.
Cuando Ceretta asumió en 1982 recibió aquella mochila de la personería jurídica y avanzó, también como pudo en procura de lograrlo. Sin embargo, dos años después, nada había conseguido. El problema que afrontaban era insalvable, por el momento: debían presentar los estatutos de todos los colegios asociados y las instituciones no querían hacerlo. Era un callejón sin salida.
El expresidente Benzo recuerda a fines de 1984, cuando había quedado definida la nueva directiva, “estaba a un costado, cuando Ceretta pasa por atrás mío hablando con alguien y oigo una frase: ‘Lo único que lamento es que no pude sacar la Personería Jurídica’. Aquello me hizo prender la lamparita. Recuerdo que hablé con Rafael García, escribano que estaba en el grupo de trabajo de la directiva. Me dijo que ya lo habían intentado, pero que había que presentar los estatutos de todos los colegios y las instituciones no querían, además de que era muy engorroso el trámite, al mismo tiempo me planteó que era imposible lograrlo. En lugar de bajar los brazos, se generó un desafío. Un día, abajo del parral, así como una vez jugué con el nombre de mi hija Ericarina (que surgió de Erika y Carina), le cambié el nombre: Asociación Deportiva de Institutos Cristianos por Asociación Deportiva de Integración Colegial y formar una Asociación Civil”. Los directores de los colegios pasaban a ser socios de la organización. Después de un largo recorrido, el 30 de octubre de 1987 ADIC aprobó el nuevo estatuto y se presentó en el Ministerio.
El engorroso camino en el Ministerio
Benzo explicó que “no era sencillo presentar el estatuto en el Ministerio de Justicia (posteriormente Ministerio de Educación y Cultura)”. Para ello habló con su amigo Alberto Soto, escribano y abogado, a quien le planteó la posibilidad de crear la Asociación Civil. Hicimos un borrador de los estatutos, lo presentaron en el Ministerio y desde el gobierno ayudaron a corregir lo necesario para que fuera bien recibido. De esa forma, tras dos años tenía forma la estructura que le daría a ADIC lo que perseguía desde una década atrás.
La necesidad de tener Personería Jurídica había llegado a tal punto que ADIC se reunía en la sede de tenis de mesa, en la Casa de los Deportes, y en ese momento se estableció que quienes no tenían el trámite aprobado ante el Ministerio no podían continuar en esas instalaciones.
Esta situación motivó que el presidente de la Comisión Nacional de Educación Física, Dr. Julio César Maglione, le planteara a Benzo que ADIC necesitaba regular su situación, en caso contrario debía abandonar la Casa de los Deportes. Así fue que pocos días después, la Asociación presentó la documentación que lo avalaba.
El nuevo Estatuto
Los aspectos esenciales del nuevo Estatuto establecían en el artículo 2°, bajo el subtítulo de Objeto Social: “Esta Asociación tendrá los siguientes fines: a) convocar a todos los alumnos y exalumnos de los colegios privados de la República sin excepciones, a la práctica deportiva, considerando esta como un excelente medio para contribuir con el Hogar y el Instituto a mejor formarlos física, mental y moralmente, organizando campeonatos en diversas disciplinas, así como también certámenes culturales y toda otra actividad afín a la condición de jóvenes estudiantes; b) promover entre los participantes el desarrollo de la Deportividad, traducida en fraternidad, caballerosidad y respeto, que los habilite como seres humanos aptos para sí y para la sociedad; c) vincularse con entidades similares tanto en el interior como el exterior de la República, pudiendo confederarse con ellas; d) coadyuvar con las Federaciones y Confederaciones que rigen el deporte amateur del país pudiendo afiliarse a ellas; e) estimular la práctica deportiva en forma aficionada y no con fines profesionales ni comerciales”.
El 18 de enero de 1988, Adela Reta, Ministra de Educación y Cultura, aprobó la Personería Jurídica y los estatutos de ADIC.
El “bonus track”
Paralelamente en esos tiempos de transformación en la organización deportiva en Uruguay de fines de la década de 1980, el 21 de junio de 1988 la Comisión Nacional de Educación Física (lo que actualmente sería la Secretaría Nacional del Deporte) resolvió conceder el reconocimiento a la Asociación Deportiva de Integración Colegial, como Entidad Dirigente de los Colegios Privados en materia deportiva. La comunicación fue firmada por el Dr. Julio C. Maglione, en el Oficio 468/88, Exp. 1586/88, Resolución 45.423.
Este segundo salto de calidad que recibía la institución se planteó debido a que el gobierno respaldó el trabajo que ADIC había realizado durante 22 años y en aquellos tiempos se intentaban generar asociaciones como competencia que pretendían desestabilizar a la institución.
En ese momento resultó determinante el compromiso y reconocimiento de Maglione a la historia de ADIC, cuando dijo que “iba a ser la única institución que va a reconocer el estado para las competencias de esa naturaleza en los Colegios Privados. No fue un tema menor declararnos rectora del deporte”, explicó Benzo.
El expresidente subrayó que aquel plus institucional lo lograron “a través de explicar y percibir los daños que podía implicar una escisión de ADIC de los colegios. Convencimos a los colegios de lo importante de la integración y de la unidad”.
En la celebración de su 50° aniversario, la personería jurídica y aquella designación oficial sigue siendo una referencia ineludible para la institución y para la organización las competencias deportivas en los Colegios Privados.
La presidencia de Esteban Varela
Tras la salida de Miguel Benzo como presidente, Esteban Varela asumió en diciembre de 1988. La nueva comisión directiva la integró con Carlos Heguy (vicepresidente), Alberto Colombo, Francisco Delza, Javier Urreta (secretario), Sergio Moreira y Julio González. El destino era 1990, año en el que finalizaba el mandato.
El objetivo era profundizar en esos cambios que lentamente comenzaban a marcar el nuevo rumbo de ADIC.
Fueron años de esplendor, de gran exposición pública a través de la difusión que los medios, particularmente los diarios, brindaban a todas las actividades de la Asociación.
Fueron años de trascender lo deportivo. De Jornadas de Canto y Teatro, de Concurso de Coros, de Concurso de cuentos. Además de todo lo que estaba integrado a las responsabilidades de ADIC con los colegios privados, que era la organización de las mejores competencias deportivas en una decena de deportes.
Profesionalización de la gestión
Con la llegada de Varela a la presidencia, ADIC comienza a profesionalizar la gestión. El 22 de diciembre de 1988 nombraron a Ernesto Cárpena como Gerente Ejecutivo. Para ello renuncia como dirigente y asume como funcionario.
Cárpena había sido dirigente desde la primera época, y tuvo singular participación en el crecimiento deportivo de fines de los años 1970 y durante la década de 1980. Por esa razón los dirigentes y particularmente Varela consideró valioso su aporte desde la experiencia, el conocimiento y con el objetivo de promover un salto de calidad en la institución, que exigía otro desarrollo a partir del lugar que había logrado a nivel popular.
Con Cárpena como gerente, en noviembre de 1993 se promovió un acuerdo entre ADIC y la empresa Touch, que aportó un nuevo coordinador deportivo, Héctor Daniel Mera Rodríguez, a la estructura de la Asociación. Esto se desarrolla en el marco de un acuerdo comercial. En mayo de 1994 rescinden con el coordinador, pero continúa el vínculo con la empresa en otros términos y surgen nuevos espónsores: Adidas, Gebetto y Banco de Boston.
El regreso de un histórico: Pascual Geble
En los primeros 22 años de ADIC, seis personas desempeñaron la presidencia; en los siguientes cinco años, entre 1989 y 1994, hubo cinco presidentes y en 1991, bajo la presidencia de Julio González, por primera y única vez en la historia no se aprobó la rendición de cuentas. Tiempo después se promovió la salida del dirigente.
Tras la gestión de Varela, llegó González, y luego de su salida le siguió el Hermano Pascual Geble, de Santa María, un histórico que llegó para transmitir su impronta y lo más puro de ADIC, pues él estuvo en la fundación de la Asociación y fue un firme animador de la actividad.
El Hermano Pascual asume el 15 de diciembre de 1992. En el acta de ese día, se destaca: “Al asumir tan difícil tarea, promete el mejor de sus esfuerzos, y solicita a sus compañeros que se trabaje para ofrecer a la juventud del país, a través de los diferentes centros de enseñanza de una herramienta útil y valedera como lo es el deporte, para lograr en el futuro una sociedad mejor preparada física y mentalmente”.
La directiva asume el 16 de diciembre de 1992, a la hora 19.30 en el Colegio Santa María. Al Hermano Pascual Geble como presidente lo acompañan Tte. Cnel. Francisco Alonso (vicepresidente), Miguel Rodríguez (secretario), Jorge Biurrun (tesorero) y Andrés Buffa, Hno. Luciano Santamarta y Héctor Julius.
El 24 de febrero de 1994 renuncia el Hermano Pascual Geble debido a que es trasladado a Durazno para desempeñar sus tareas religiosas, que le impiden seguir colaborando con ADIC. Debido a ello, el 3 de marzo asume Juan C. Menéndez, de Los Pilares, y la nueva directiva se conforma con Pedro Presno (vicepresidente), Mario Escudero (Secretario), Héctor Julius (prosecretario), Jorge Biurrum (tesorero), Hno. Luciano Santamarta (protesorero) y Tte. Cnel. Francisco Alonso (vocal).
En ese 1994, camino a la celebración de su 30° aniversario, ADIC estaba fortalecido deportivamente como pocas veces en su historia y el éxito quedaba reflejado en los hechos: en esa temporada participaron 34 colegios: Alemán, British, Clara Jackson, Corazón de María, Crandon, Elbio Fernández, Erwy School, Francés, Gabriela Mistral, Harwood, Hebreo-Integral, Hermanas Capuchinas, Ivy Thomas, Jesús María, Juan XXIII, La Mennais, Los Pilares, Los Vascos, María Reina, Misericordistas, Monte VI, Nuestra Señora de Lourdes, Pallotti, Queen’s, Sagrada Familia, San Juan Bautista, Santa María, Santa Rita, Scuola Italiana, St. Catherine’s, St. David’s, Stella Maris, Uruguayo-Americano, Uruguayo-Argentino.
Además, todavía participaba en la premiación anual del Círculo de Periodistas Deportivos del Uruguayo, los Premios Charrúa, que en 1994 lo recibió Stella Maris y en 1995 fue para Santa Rita. Luego, una cambio en la filosofía de la institución, llevó a abandonar las premiaciones y distinciones individuales y colectivas anuales como motor de desarrollo y crecimiento.
La segunda presidencia de Varela
El 22 de setiembre de 1994 los representantes de los colegios vuelven a confiar la presidencia de ADIC a Esteban Varela que desembarca junto a Ademar de los Santos (vicepresidente), Héctor Julius (secretario), Jorge Biurrum (tesorero) y Marcos Nabón, Ruben Pérez y Hno. Luciano Santamarta.
A comienzos de 1997, cuando iniciaba otro mandato, fallece Varela y es reemplazado por Gustavo Forteza, quien permanece hasta la actualidad.
El nuevo ADIC
El proceso de cambio fue paulatino. De alguna forma se fue cimentando desde la década de 1980 con Esteban Varela y Miguel Benzo, incluso con avances imperceptibles, pero que el tiempo se encargó de mostrar que fueron sustanciales en procura de lograr una ADIC menos competitiva por una más participativa y de integración. No obstante, nada se profundizó hasta la llegada del Prof. Gustavo Forteza a la presidencia, en 1997, y de la participación desde diferentes lugares de los profesores de educación física Alejandro Burghi y Fernando Rojo.
Forteza se integró a ADIC a partir de la participación que sus hijas Carolina y Virginia en los equipos de Scuola Italiana, de la misma forma que en la década de 1980 lo hizo con la Federación Uruguaya de Handball, en la que fue presidente, y donde reforzó los lazos de amistad y de trabajo en el deporte con Benzo y Varela.
A ADIC se acercó en la primera directiva de Benzo, en 1984, como tesorero. Desde entonces no se alejó más de la Asociación. Luego fue secretario en la directiva de Varela y realizó diversas tareas hasta que en 1997 asumió como presidente. Desde entonces está al frente de la institución.
Burghi se vinculó a ADIC en 1986 como delegado de fútbol de St. Catherine’s y en 1990 asumió al frente de la mesa de fútbol. “Éramos muchos trabajando y todos trascendíamos la función de profe y nos integrábamos a la organización”, explicó quien en 1998 asumió como Coordinador Deportivo de la Asociación hasta 2009.
Rojo se integró a ADIC en 1989 como delegado de Pallotti. En 1998, asumió al frente de la mesa de fútbol, en el lugar que dejó Burghi. Desde 2005 integra la comisión directiva.
La visión del presidente
“La segunda revolución en la década de 1990 fue gradual y la presencia de Fernando Rojo y Alejandro Burghi, fue desencadenante. Varela y yo queríamos una ADIC participativa, comunitaria, social-cristiana, y éramos los dos remando contra la corriente. En el atletismo invitábamos a escuela públicas sobre todo del interior, y nos encontramos con alguna resistencia, que lentamente fue cediendo. Y fue con Varela cuando se produce la llegada de las escuelas públicas en la pista solamente, no en las competencias de largo aliento”, explica Forteza.
Varela quiso transmitir las primeras señales con dos cambios: en 1995, ADIC dejó de premiar al golero menos vencido y al goleador, y a los campeones ya no le entregaron más trofeos sino un cuadro con la foto del campeón.
El actual presidente asumió en abril de 1997 al frente de una comisión directiva que compartió con Luis Bellón (vicepresidente), José Pedro Leite (secretario), Javier Urreta (tesorero), Miguel Rodríguez, Jorge Naddeo, Jorge Biurrum, Enrique Hornos, Además se integraron y participaron aportando desde diferentes lugares, de los Santos, Daniel Píriz y Benito García.
Así lo ve Burghi
“Lo más importante fue el cambio de la filosofía deportiva de ADIC”, comienza explicando quien durante 23 años participó activamente en la Asociación. “Teníamos una ADIC ultra competitiva, súper selectiva, en la cual las marcas mandaban por sobre la participación y a partir de algunos episodios y la evolución de la educación se fue gestando una nueva política más participativa y abierta sin dejar de ser competitiva pero siendo mucho más inclusivos. Las jornadas de atletismo, por ejemplo, en las que antes participaban solamente ocho alumnos por colegio, a rajatabla, pasó a que se pudieran inscribir a todos los que quisieran participar”, expresa Burghi el último domingo de octubre de 2016 en la Pista de Atletismo, donde se desarrolla el Clausura, que cierra la temporada y hasta donde asistió como espectador y padre.
Luego continúa explicando sobre la transformación. “El fútbol en ADIC era la réplica del deporte de adulto trasladado a nivel infantil, con tabla de posiciones, goleador, golero menos vencido. Eso cambió. ¡Se jugaban semifinales y finales con chiquitos de ocho! No. Era demasiado”, manifiesta y, sin pausas, continúa relatando: “Tengo una anécdota como profe: de 11 campeonatos que dirigí en la sub 7, la categoría más chica, con ‘Sanca’, donde trabajaba, ganamos los 10 primeros torneos. Sabés qué, eso era una carnicería. Era muy competitivo y no estaba adecuado a la edad. Desde mis experiencias, dirigiendo en ese ámbito tan competitivo, me fui dando cuenta que los chiquilines terminaban los partidos en el cual los adultos teníamos una participación muy activa gritándoles y ordenándolos, y luego del partido ellos se entreveraban en el lugar que había al costado de la cancha para seguir jugando y se habían olvidado del resultado. Se divertían. Fue entonces cuando con Fernando Rojo y con Gustavo Forteza empezamos a planear cómo cambiar eso, y a Fernando se le ocurre una forma de puntuar que es la de los 10 puntos por partido en los que evalúas puntualidad, presencia, juego limpio, actitud de los padres, técnico, jugadores… y terminado cada partido el juez daba vuelta la planilla y si llegabas al 75% de los puntos eras campeón, y podía haber 10 campeones. El resultado eran dos puntos de los 10 de ese decálogo”.
Paralelamente, recuerda Burghi, que se dejó de jugar 11 contra 11 con offside a los 7 años en cancha de baby. “Era una locura, por eso empezamos a jugar 6 contra 6”, puntualiza.
“Ese es un punto de quiebre en ADIC y en la historia del deporte intercolegial porque los colegios cambiaron a partir de ese momento. Porque lo que vos decidís hace que definas las acciones. Por tanto, si no hay más campeonatos el profe ya no enseña a ganar sino que enseña a jugar, y el profe se preocupa de hacer todos los cambios para que tomen participación todos los niños. Impregnás la idea que querés y tu filosofía”.
Así lo ve Rojo
“A partir de 1998, Santa María con Camilo (Techera) y con la gente de Juan XXIII, empezamos a hablar para cambiar la filosofía. Con la incorporación de Alejandro Burghi como Coordinador Deportivo de ADIC y con el cambio propio que se desarrollaba en su colegio, él venía de St. Catherine’s (que luego pasó a ser St. Brendan’s), lentamente comenzó a prender en todos los colegios”, explica Rojo.
“Se produjo también una renovación, que fue clave y determinante: los cambios de coordinadores históricos en algunos colegios”, subraya.
Para Rojo, actual secretario de ADIC, “el fútbol fue al que más se le hincó el diente en este tema de la competencia y el lugar donde empezó, tratando de visualizar lo que se criticaba fuera de ADIC, que era tan competitivo, y generar cambios propicios para que los profesores pudieran trabajar en la semana. Por ejemplo, a partir de alguna ‘barbaridad’ que cometía un profe o un padre en un partido, que sirviera como herramienta para trabajar en la semana”.
Los resultados empezaron a verse, y así lo recuerda Rojo: “A partir de esta experiencia lo que sucedió fue que los chiquilines bajaron mucho los decibles de competitividad, que se veían acentuados cuando pasaban a jugar en el liceo”.
Si bien el espíritu competitivo casi sin límites se veía fin de semana en los partidos de fútbol, también de alguna forma estaba instalado en el atletismo. Rojo recuerda que en 1980 había dos categorías. “Participabas en Promoción o en Especial, como si fuera Primera y Segunda división en fútbol, y de acuerdo a los resultados subías y bajabas. Eso surgía de la suma de puntos”, explicó.
“Esta situación también llevó a que muchos colegios dejaran de participar en atletismo porque se había promovido la idea de ‘Para que voy a participar si van a ganar Fulano y Sultano’. Eso fue contraproducente”, dijo.
Finalmente, Rojo comentó: “A partir de todo esto, en atletismo hubo otros cambios reglamentarios, no solo premiar a los tres primeros sino hasta el octavo en todas las pruebas de primaria. Hubo una variación en la tabla general. Antes se distinguía solo al campeón de la general, ahora se premia hasta el tercero”.
En 2005 se rompió el molde
Un día llegaron los cambios. Ir contra la estructura, contra lo que se había establecido como norma durante más de 30 años.
Fue en 2005 cuando se modificó el sistema de puntuación, que había ideado Rojo. Hasta ese momento se acumulaban dos puntos para los ganadores y un punto de presencia para los perdedores en la tabla, tal como establecía el sistema de mayores a nivel profesional.
El nuevo sistema de puntos comprende: asistir al partido, puntualidad, indumentaria, entrega de carné, la corrección de los jugadores entre ellos, la corrección con los rivales, la corrección de la hinchada. Esos puntos los otorga el árbitro.
En las categorías comprendidas entre los 7 y 9 años solo acumula los puntos mencionados. Para los de 10 a 12 años se agregan los puntos del partido ganado a los puntos mencionados.
En el liceo se utiliza la puntuación que se conoce en los torneos profesionales.
Todo esto se impulsó a través de una movida que realizó ADIC con los padres y los alumnos. Rojo lo explica: “Hicimos una campaña fuerte con volantes. Los mismos chiquilines le entregaban los volantes a los padres en los que se explicaba el nuevo sistema de puntuación. Paralelamente se trabajaba en talleres con profes y cuando se suspendía una fecha, hacíamos una jornada para hablar sobre el tema entre los profes. Fue un trabajo de hormiga”.
Paralelamente, cuando se estableció el cambio a nivel de Primaria, se planteó la discusión de si debían quitar totalmente los puntos y jugar por jugar en Secundaria. Entendieron que si procedían igual que con los más chicos iban a perder seriedad los campeonatos, por eso mantuvieron el sistema de puntuación tradicional.
Una vuelta sin vuelta
Burghi considera que el cambio “fue muy difícil”, porque “había un paradigma instalado con colegios que no querían participar. Era romper lo que se había realizado durante 35 años”.
Lo define en una anécdota que marca cómo se vivieron aquellos cambios: “En ADIC llevábamos la tabla con la nueva puntuación, sin embargo, había colegios que aún llevaban el puntaje en paralelo con el sistema anterior, de partidos ganados y perdidos exclusivamente, y un colegio dio una vuelta olímpica porque supuestamente en su tabla paralela había sido el campeón. Eso generó mucho malhumor en los padres. Después la gente lo fue asumiendo y se adaptaron a la nueva filosofía”.
Cambió el deporte escolar
La última revolución, la que promovió el nuevo ADIC, llevó más de una década idearla, implementarla, pero desde 2005 se transformó en un modelo exitoso, en el que la nueva filosofía prendió en las nuevas generaciones que ya no solo piensan en ganar al precio que sea sino en participar en una actividad deportiva.
“Este un sello de calidad de ADIC”, reflexiona Burghi. “Porque a través de ADIC cambió el deporte escolar y también, en cierta forma, fuimos un granito de arena que colaboró para que se aprobara la ley para que existiera educación física escolar. Debés destacar además la influencia de los encuentros infantiles. Fue muy grande el aporte a través de 50 años”, subraya.
De todas formas, el ex Coordinador Deportivo lo resume con una frase: “Una de las recompensas más grandes que me dio fue encontrar con quien tirar del carro y luchar por un deporte más sano, más auténtico, más adecuado a la edad de los chiquilines, con Fernando y Gustavo, haber logrado cambiar la filosofía de la competencia es un mojón en mi vida. Es un hecho histórico para los colegios, también para nosotros, y lo más importante fue que encontramos mucha gente que pensaba igual que nosotros, lo que no es un detalle menor. Esa es la esencia del deporte. ¿Qué es lo más importante del deporte: que compitan o que hagan deporte toda la vida? El mayor orgullo es que jueguen al papi-fútbol, se junten a jugar a lo que sea o corran, si 30 años después siguen haciendo deporte, podés decir que estás cumplido”.